La lejanía amortigua las tragedias en nuestra conciencia. - Editorial de Juan Luis Cano
La lejanía amortigua las tragedias en nuestra conciencia. No afecta emocionalmente lo mismo la herida que te cuentan que la herida que se ve, por eso los dramas de los demás nos parecen menos dramas en proporción directa a su lejanía y no me refiero solamente a la lejanía geográfica, que también, sino a la lejanía de clase, de realidad social, de parentesco económico, de estatus, de raza, de religión, de etnia… Un atentado en París, que siega la vida de un cierto número de personas, que se lleva por delante la paz de nuestros iguales, nos hace mucha más mella en el alma, afecta infinitamente más hondo a nuestra sensibilidad y nuestra empatía, que un atentado de los mismos terroristas asesinos, crueles y desalmados, que hayan matado al mismo número de personas en un país lejano, poblado por seres distintos a nosotros, ya sea por el color de su piel, su creencia, su condición socioeconómica o su historia o su manera de vestir y la explicación es muy simple: En unos nos vemos reflejados y en otros no. En unos sentimos nuestra propia inseguridad y en otros no. La tragedia de unos nos afecta directamente, aunque sea solo por motivos geopolíticos, mientras que la de los otros nos llega atemperada por la distancia. No digo que no nos apene y nos entristezca la desgracia de todos los seres, sean quienes sean, pero sí que nuestro grado de afectación, varía. Todo este preámbulo me sirve para comentar que la Union Europea, que tantos disgustos nos da de vez en cuando y tantas preocupaciones nos causa de cuando en vez, también, a veces, impulsa decisiones que pueden hacer que nos reconciliemos con ella, que al fin y al cabo es una auto reconciliación. En esta ocasión creo, personalmente, que ha tomado una decisión plausible y lo ha hecho en lo referente a un tema triste, delicado y que toca muy de cerca la dignidad, porque va a legislar sobre los llamados minerales de sangre y va a obligar a las empresas importadoras a asegurarse de que los materiales que compran no provengan de zonas en conflicto y no estén sirviendo para financiar guerras, grupos terroristas o facciones que atenten contra los derechos humanos. En esta ocasión, una vez más, Europa toma la delantera y se aleja de las políticas que el ínclito presidente americano, Donald Trump está llevando a cabo, porque viene bien recordar, que en EEUU se va a levantar, si no se ha hecho ya, que creo que sí, la obligación de las empresas importadoras de diamantes y minerales de certificar la procedencia de las mercancías o lo que es lo mismo, que cada uno va a poder comprar a quien le de la gana, sea quien sea y obtenga el producto como lo obtenga. Minerales como el coltán, que se ha convertido en imprescindible, porque se extrae de él el tantalio, que es un material altamente conductor utilizado en la fabricación de baterías de móviles, microprocesadores, etc y son extraídos en muchas ocasiones en países como la república Democrática del Congo o la zona de los grandes Lagos a costa de la sangre de muchos inocentes, que financian guerras crueles que casi nadie entiende, pero que a cambio de ofrecer precios baratos prolongan las violaciones constantes de los derechos humanos. Europa, en esta ocasión, ha sentido el dolor lejano. Al menos esta vez, sí, en esta ocasión, Europa ha vuelto a marcar el camino a seguir.